

Pocas bandas cumplen más de cincuenta años de carrera, menos, con la edición de un flamante álbum el primer semestre de este año, muy bien recibido por la crítica y el público, méritos que recaen en los hombros de la banda inglesa Jethro Tull.
Desde la publicación de “This Was” (1968), hasta nuestros días, Jethro ha lanzado más de 40 álbumes entre producciones en estudio y en vivo, además de cerca de 40 boxsets y discos compilatorios. El hijo predilecto del vocalista, flautista y compositor Ian Anderson, una de las figuras más veneradas del rock, se convirtió con el paso del tiempo, en una de las bandas que mejor representa el género híbrido entre el folk y el rock. No digo la mejor debido a que este podio perfectamente es compartido con bandas de la talla de Harmonium, Comus, Spirogyra, Gryphon, Clannad y Los Jaivas.
Sin dudas, la década de los ’70 fue la más prolífica en cantidad y calidad para Ian Anderson y Jehtro Tull, con sus alineaciones más clásicas. Ojo, eso no quiere decir que en los periodos posteriores no existan obras de peso de la banda, pero a mi parecer, fueron mucho más esporádicas. A partir de “Benefit” (1970) y hasta “Stormwatch” (1979), Jethro lanzó prácticamente un disco por año, entre ellos, algunos que figuran invariablemente en cualquier listado que catalogue lo mejor del rock de todos los tiempos, como “Aqualung” (1971), “Thick as a Brick” (1972) o “Minstrel in the Gallery” (1975). “Heavy Horses”, editado el 10 de abril de 1978 corresponde a esta época dorada.
Considerado muchas veces como el hermano menor de “Songs from the Wood” (1977), publicado el año anterior, lo cierto es que tiene tanto similitudes como diferencias con este. “Heavy Horses” es un disco mucho más pausado y melódico, más cercano al folk y lo pastoral, en donde las texturas de música medieval son mucho más perceptibles y con Ian Anderson alejándose del foco principal en muchas ocasiones, lo que permite el lucimiento de otras piezas y sonidos de este engranaje, como la de Martin Barre en las guitarras, John Evan y David Palmer (que además hizo los arreglos orquestales) en teclados, John Glascock en bajo y Barriemore Barlow en batería y percusiones, además del aporte en violín, como invitado, de Wild Darryl Way.
Ejemplos de la predominancia del sonido más folk con toques medievales de Jethro en este álbum son temas como “Acres Wild”, “Moths”, “Rover”, “One Brown Mouse” y “Weathercock” mientras que otros temas que se nos muestran la faceta más compleja de la banda, con ingredientes del rock, el jazz y estructuras más cercanas al rock progresivo y sinfónico clásico como “No Lullaby”, “Journeyman” y la misma “Heavy Horses”, en una mezcla equilibrada que por momentos nos lleva a recrear dulces paisajes madrigales y en otras, nos obliga a analizar con detalle la construcción de ciertas secciones.
“Heavy Horses” es uno de los discos imperdibles de Jethro Tull y del folk rock, una de las joyas de la banda inglesa procreada a la sombra de la excéntrica figura de Ian Anderson que ha tenido ojo clínico a lo largo de su carrera para acompañarse de músicos que brillan por cuenta propia en la construcción de álbumes como este, que es capaz de dejarnos en el cuerpo la sensación de campo agreste, de fresco rural que se desliza en muchas de sus secciones para dejar en la historia, un disco que ejemplifica de muy buena forma la calidad y el talento de una de las agrupaciones míticas del rock de todos los tiempos.
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Iván Ávila Pérez