

Hoy ha sido un buen momento para revisar algunas de las obras cumbre de Daevid Allen, el excéntrico multiinstrumentista australiano que formó parte vital del boom de la sicodelia, la experimentación y el sonido Canterbury desde mediados de los ’60 y que nos dejó como legado, uno de los proyectos musicales más bizarros, creativos, extravagantes e icónicos de la escena rock: Gong.
A siete años de la muerte de Daevid Allen, es imposible no recordar cómo cayó en mis manos el disco “Live, etc” de 1977. Jamás en mis trece cortos años de vida había escuchado a Gong, su andanada de sonidos, la desfachatez de sus letras y ese pequeño universo paralelo que generaban en cada una de sus canciones, solo comparable al sonido igualmente único de tipos como Feank Zappa o Arthur Brown. Liderada por la voz nada armoniosa de este clown flaco y desgarbado que había logrado lo que muchos solo habían aspirado: convertir la música sicodélica en caldero de diversos géneros, en un marasmo orgiástico de notas, melodías y secuencias que iban de lo épico a lo más experimental, del jazz al avant-garde, sin dejar de lado el humor e intrincadas secciones.
Así comenzó este pololeo con Gong y con el inefable Daevid Allen, un personaje de la música alternativa que fue capaz de reunir en sus proyectos (casi siempre junto al amor de su vida, Gilli Smyth) a una nada despreciable cantidad de músicos de diversos países, pero cuál de ellos dotado de más talento y locura, conformando con ellos las distintas etapas de su carrera, incluso hasta el 2014 cuando la banda editó el potente “I See You”, en fechas en que el cáncer ya se convertía en una amenaza para su vida.
Uno quiere creer que personajes como estos no van a morir. Su desplante en el escenario, escuchar la voz inalterable a pesar del paso de los años, su talle de viejo choro y en ácido eran elementos que lo convertían más en un personaje como los que plasmó en sus discos, que en un músico cualquiera.
La leyenda de Allen comenzó en 1960, cuando se trasladó a París. A esas alturas, ya estaba muy influenciado por los escritores de la generación beatnik. Mientras trabajaba como vendedor de diarios y revistas conoció al músico Terry Riley, al mítico escritor William S. Burroughs (identificado con el movimiento beat) y visitó decenas de clubes de jazz. A eso se suma su adhesión a la filosofía de Sun Ra; todo eso se metió en una juguera que dio como resultado el Daevid Allen Trio.
Durante uno de sus viajes a Inglaterra, conoció al hijo del dueño de una pensión donde alojó en Canterbury. Se trataba de un muchacho de 16 años llamado Robert Wyatt. En 1966, junto a sus amigos Kevin Ayers y Mike Ratledge, sentaron los cimientos de una banda señera: The Soft Machine.
Allen participó de las protestas de mayo del ‘68 en París, después que le fuera prohibido regresar a Inglaterra. Al año siguiente, en España, formaría la columna vertebral de Gong junto a Gilly Smyth y Didier Malherbe para publicar el primer disco de Gong, “Magick Brother”. A partir de ahí, mientras el grupo vivía en una comunidad rural anarquista en Francia, comenzaría a forjarse una de las sagas de álbumes más apreciadas por los fanáticos del rock independiente, la sicodelia y la vanguardia, ya con el ingreso a la banda del tecladista Tim Blake, el batero Pip Pyle y el guitarrista Steve Hillage: la trilogía del Radio Gnomo conformada por los discos “Flyin Teapot” (concepto que más adelante tomaría Florcita Motuda en Chile para un programa infantil de los ’70), “Angel’s Egg” y “You” (1973-1974), álbumes en los que se aprecia claramente esta intención de Allen y la banda por experimentar con todo tipo de sonidos, estilos e instrumentos, teniendo como corolario letras hilarantes y vanguardistas en inglés y francés .
Músico, poeta, cantante, compositor y por sobre todo, agitador, Allen usó de forma muy divertida una serie de apodos como Banana Moon, Divided Alien, Bert Camembert y Dingo Virgin para colocar su sello en casi 50 álbumes (a parte de los que hizo con Gong), en discos solista y colaboraciones con David Tolley, Harry Williamson, Cipher y Russell Hibbs, además de llevar adelante sendos proyectos musicales New York Gong (junto a Bill Laswell), Invisible Opera Company Of Tibet, Brainville, Ex, Magic Brothers, you’N’gong (junto a su hijo Orlando); junto a miembros de la banda Acid Mothers Temple, bajo el nombre de Acid Mothers Gong, Spirits Burning, un proyecto dedicado a la improvisación, llamado Guru And Zero, pero especialmente, University of Errors, la agrupación de la que participó con mayor frecuencia y la que dentro del ambiente under y especializado mayor impacto tuvo luego de su salida de Gong a mediados de los ‘70.
Influencia innegable en decenas de músicos y bandas sicodélicas y avant-garde, afortunadamente este legado plasmado en una tremenda cantidad de placas, nos sirve para escuchar, analizar y comentar tanto el estilo como las intrincadas aventuras experimentales del Dingo Virgin, de ahí el necesario homenaje y recuerdo a aquella verdadera banda sonora de las vidas de muchos de nosotros en que se convirtió la música de Allen y Gong, un legado quizás demasiado alternativo y subterráneo, pero no por ello menos importante e imponente, refrendado por quizás pocos pero fieles fans que encontraron en su música la iluminación que buscaron ansiosamente sin hallarla en ninguna otra parte…
Por eso, hasta pronto y nos seguimos escuchando, Extraterrestre Dividido…
Escribe: Iván Pelao Ávila