

¿Qué podemos decir de “Like Swimming”, el disco de Morphine que hoy 11 de marzo cumple un cuarto de siglo?
En primer lugar, que es el penúltimo editado por la banda antes de la trágica muerte de su líder, el bajista y vocalista, Mark Sandman, pues de forma póstuma, fue lanzado el asombroso “The Night”.
Segundo, demuestra la maestría del trío por sostener un álbum sumamente interesante e intenso en base a bajo, batería, saxo y voz, con intermitentes y bien puestas intervenciones de guitarra y teclados.
Tercero, porque confirma la exquisita calidad de una de las agrupaciones más recordadas de la escena Boston/Cambridge de los años 90, con doce canciones que profundizan en el particular estilo de Morphine: algo de jazz, algo de blues, unas buenas dosis de rock, coqueteos insinuantes con el legado de las grandes big bands de los 40 y 50 y por supuesto, el sonido del saxo que parece sacado de una cantina del infierno, letras que a veces, sobrepasan lo políticamente correcto, la voz aguardentosa de Sandman llevándonos a espacios muy turbios, sombríos y profundos y por supuesto, ese sonido sucio que no tiene nada de accidental y que le otorga a Morphine el mejor y más correcto calificativo a su estilo: “música para detectives alcohólicos” como escribió alguien en un comentario de YouTube.
Así que prepárense, porque “Like Swimming” es una grisácea, tensa y brutal banda sonora. La breve intro de “Lilah” abre paso a la potente “Potion”: “Dame una poción para amarte, dame una poción para hacer que me importe, hazla doble”. En seguida aparece, en una apuesta mucho más low y blusera, otro tema que retuerce, “I Know You (Pt. III)” que, de repente, estalla en una base de bajo y saxo empapada por la voz de Sandman, tan sugerente como suplicante.
“Early to Bed” es una oda y una invitación a dejarse llevar por los caminos intrincados, sorprendentes y sucios que nos depara la noche, mientras que “Wishing Well” es una canción rítmica que contrasta con una letra decadente y resignada de un momento cualquiera de la peor noche que pudiste haber pasado: “Ni siquiera tengo que disparar, ni siquiera tienes que apuntar, solo sonrío”. Y qué bien se sentiría como banda sonora escuchar algo así cuando las cosas te salen mal antes del amanecer.
El tema que da nombre al disco vuelve a un sonido low, oscuro, algo sucio y muy sugerente, como de banda tocando en algún boliche de mala muerte cuando son las seis de la mañana, con una letra ad hoc: “Bueno, conozco una forma de nadar todo el camino hasta el centro de la ciudad”. “Murder for the Money” es, en cambio, un tema que puede abarcar diversos aspectos, desde el asesinato por dinero en una disputa afuera de un bar, un cogoteo o bien, encajar perfectamente con el robo que todos y cada uno de nosotros sufre día a día por parte de grandes compañías y patrones de fundo con una estructura sonora que linda con el country y el rock, sin dejar de lado el toque oscuro que tan bien caracteriza a Morphine.
“French Fries with Pepper” es una joda muy entretenida en la onda jazz de cantina, acerca de convertirte en un borracho y tener un bajón de aquellos. En tanto, “Empty Box” es quizás lo más deprimente del disco. La letra de este tema es de romperte el corazón, porque básicamente habla de una mujer que te manda una caja vacía con todas las cosas que nunca le diste y te pide que se la envíes de vuelta con esas cosas… Y mi socio, se la manda vacía… En serio, es para cortarse las venas entre medio de frases recitadas por Sandman, el sonido pesado del saxo, una base de bajo que es para chuparse los dedos y la batería que suena como si la caja, fueran tus recuerdos.
“Eleven O’Clock” es simplemente una canción “de batalla” que nos dice que a las once en punto, cada noche, salgo de la casa. Para qué decir a qué. La estructura de la canción es pura conga, una inyección de adrenalina al corazón. “Hanging on a Curtain” regresa al sonido low y decadente de Morphine antes del más sorprendente de los cierres con “Swing it Low”, cuyo ritmo y sonoridad no tiene parangón con el resto del álbum. Hasta la voz de Mark parece no ser la suya en un momento que nos aterriza suavemente otra vez en la realidad.
No por nada, Mark Sandman es mencionado por tipos de la talla de Les Claypool, Josh Homme y Mike Watt como influencia, así que ojo ahí con el legado de Morphine y en especial, con este tremendo álbum.
Escribe: Iván “Pelao” Ávila.