

Hace nueve años, el legendario David Bowie presentaba al mundo el que, a la postre, sería su vigésimo cuarto disco en estudio y el penúltimo de su carrera. Nos referimos a “The Next Day”.
Para hablar de este álbum, hay que partir necesariamente por la carátula, que es una negación o reversión directa de la portada del alabado disco “Heroes” de 1977. Según Jonathan Barnbrook, diseñador de la portada, la idea surgió de una conversación con Bowie en la que buscaron generar una imagen que impactara directamente al público. A la vez, tiene relación directa con el silencio musical de diez años del artista británico y las críticas al negocio de la música y al star-system que se deslizan en algunas de sus letras.
El álbum además, representa un retorno a las raíces más rockeras de Bowie y profundiza en la sonoridad de discos como el mismo “Heroes” y “Scary Monsters (and Super Creeps)” (1980), dejando parcialmente atrás la serie de álbumes más electrónicos y experimentales que comenzó en 1997 con “Earthling”, terminando el 2003 con “Reality”. Digo parcialmente, porque ciertos remanentes de la búsqueda de Bowie en aquellos discos se pueden percibir en temas como “If You Can See Me”, para mí, uno de los mejores del álbum.
Esa marca registrada por Bowie es la que se palpa en el entramado de casi todas las canciones, con la siempre perfecta producción de Tony Visconti (que también hizo los arreglos orquestales de muchos de los temas) y en compañía de un batallón de músicos de excelencia como Gail Ann Dorsey, Tony Levin, David Torn, Earl Slick y Sterling Campbell.
El tema que da nombre al disco nos recuerda el estilo adoptado por Bowie en ese glorioso proyecto llamado Tin Machine; en esta misma senda podemos mencionar a “I’d Rather Be High” y la contundente “(You Will) Set The World On Fire”, mientras que otras canciones parecen seguir y perfeccionar la senda abierta por Bowie a partir de “Black Tie White Noise”, como ocurre con “Dirty Boys”, “How Does The Grass Grow?” y “The Stars (Are Out Tonight)”.
Por letra, composición y sonoridad, me quedo con algunos temas que se hacen memorables e imprescindibles en la discografía del Camaleón, como “Love is Lost”, la inmejorable “Heat” (un guiño perfecto para los que amamos la Trilogía de Berlín) pero por sobre todo, esa volátil y poderosa balada que es “Where Are We Now?”.
Por último, mencionar que la edición deluxe tiene otros tres temas que redondean todavía más esta entrega del Duque Blanco, en un álbum que volvió a colocarlo en el número uno de los charts en casi todo el mundo. Y bien merecido se lo tenía.
Por Iván Pelao Ávila.
