

Hay que decir que The Cult la rompió durante buena parte de los ’80 y comienzos de los ’90, primero, como parte del movimiento gótico y post punk, y luego, evolucionando al heavy metal, justamente a partir de “Electric”, publicado el 6 de abril de 1987.
El crítico Stephen Thomas Erlewine , definió a la banda como “revisionista del hardcore punk (…) con el pseudo-misticismo de The Doors y Uriah Heep, las orquestaciones de guitarras de Led Zeppelin y The Cure y toques del rock gótico post-punk” lo que al menos para mí, me parece la descripción que mejor engloba el sonido de The Cult durante los años, agrupación que a lo largo de su carrera, no ha estado exenta de quiebres, pausas y reinvenciones, manteniendo en su alineación a los perennes Ian Astbury (voz, percusiones) y Billy Duffy (guitarras, coros), que además son los compositores de casi todos los temas.
Quizás es esa mezcla de estilos, además de la emblemática figura de Astbury, lo que hace de la banda algo sumamente especial dentro de las diferentes tendencias y propuestas que surgieron en los ’80. Tanto el vocalista como el guitarrista han mencionado en diferentes momentos como referentes a bandas como The Doors, Led Zeppelin, AC/DC y Pete Townshend, por una lado, y por otro a PIL, Joy Division, Siouxsie and the Banshees y Bauhaus, sonidos que sin lugar a dudas, se plasman en las placas que corresponden a su época dorada, la que comenzó con “Love” (1985), el álbum que los colocó en las listas de éxitos independientes con temas como “She Sells Sanctuary” y “Rain”, producción caracterizada por un sonido más cercano al goth-rock y el post punk.
Con “Electric”, que además de Astbury y Duffy, cuenta en su alineación con Jamie Stewart (bajo) y Les Warner (batería), la banda pasaría a cultivar temas más cercanos al hard rock. De la mano del productor Rick Rubin, se trasladan de Inglaterra a Los Ángeles (EE.UU.) y completan este disco que los continuó catapultando a la cima de los charts de la época, éxito que se vería refrendado por el disco posterior “Sonic Temple” (1989), quizás el más vendido de la The Cult.
Pero las raíces de este sonido se sentaron en “Electric”. El disco dispone de una serie de riffs muy pegadizos, la voz de Astbury que suena muy cercana al blues, un exquisito trabajo en batería y bajo que consolida una potente base rítmica lo que proporciona al oyente un álbum que suena parejo, contundente y sin pretensiones más que ser un buen disco de rock. Por eso quizás es que el cambio de la banda del disco anterior a este, no molesta ni provoca cuestionamiento, debido a que a pesar del brusco giro en el timón, “Electric” se oye sincero, con una producción que incluso, lograr hacer que el disco en estudio parezca tocado en vivo, transmitiendo esa fuerza.
Y aunque es un álbum parejo, de todas maneras me quedo con los potentes riffs de “Wild Flower”, “Peace Dog”, “King Contrary Man” y “Outlaw”, la potencia inyectada en tres minutos de canción en “Lil’ Devil” y “Bad Fun”, y el sonido setentero de “Aphrodisiac Jacket” y “Electric Ocean”.
El único “pero” que tengo con este disco es que considero totalmente innecesario hacer un cover de un clásico del tamaño de “Born to be Wild” de Steppenwolf, pero ese es un detalle que poco empaña un álbum que debería sonar fuerte cada vez que quieres aumentar la adrenalina que corre por tus venas.
La grabación de este disco no estuvo exenta de dificultades. De las arduas y largas sesiones de grabación, quedó una gran cantidad de material inédito de un álbum cuyo nombre tentativo era “Peace”, cuyas sesiones que incluían temas nuevos como “Conquistador”, “Zap City” y “Love Trooper” finalmente fueron editados en el boxset “Rare Cult” (2000) y posteriormente en la edición doble de “Electric”, titulada “Electric Peace” (2013), para continuar encantando a los más fanáticos de este “culto” y claro, a quienes quieran ingresar en él.
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Iván Ávila Pérez