
Conocí el sonido de Haken poco después que lanzaran este, su primer álbum, el 29 de marzo de 2010, con una tremenda aceptación en el circuito alternativo, la que se ha mantenido hasta el día de hoy. Desde ese preciso momento, quedé fascinado con la propuesta de los británicos que despliegan en cada disco, una andanada de variantes que hacen imposible dejar de escucharlos.
El sonido de Haken se caracteriza por poseer un desfile de diferentes variantes del rock progresivo, baladas, heavy metal y avant garde, en el que podemos encontrar bastantes reminiscencias de Rush, Dream Theater, Mr. Bungle, Ayreon y The Tangent, entre otra, sin dejar por ellos de sorprender en base a las complejas estructuras apoyadas en el tecnicismo fulminante de sus músicos y una constante intencionalidad épica construida sobre diferentes capas sonoras que se van sobreponiendo o intercalando para generar potentes o bien, pausados pasajes mayormente instrumentales.
Aficionados a los temas de largo aliento, este primer álbum sería parangón de aquello, con siete temas que en conjunto, superan la hora y diez minutos de duración, en donde nos encontramos con la voz, muchas veces teatral, de Ross Jennings y el tremendo trabajo de Richard Henshall (quien además hace guitarras) y el mexicano Diego Tejeida que dota a este disco (y a todos los, hasta el momento, seis LP’s de Haken) de exquisitas e intrincadas texturas, en las que el guitarrista Charles Griffiths, el bajista Thomas MacLean (To-Mera) y el batero Raymond Hearne no se quedan atrás, contribuyendo a proporcionar un sólido despliegue no solo de técnica, cambios y síncopas constantes, sino que también a construir las diversas secuencias que forman parte de cada uno de estos temas, a lo que se suma la presencia de un pequeño grupo de vientos.
Desde las primeras notas de “The Point of No Return”, podemos percibir cada uno de los elementos mencionados, eso sí, no metidos una juguera sino que consciente y consistentemente bien ordenados dentro de una estructura que atrapa desde los segundos iniciales, marcada por cambios que se suceden rápidamente. Misma sensación deja “Streams”, aunque esta vez, con algunos pasajes más cercanos al sonido de Glass Hammer y por lo mismo, al rock sinfónico, y una estructura más “relajada”, que deja espacios para melodías de más largo aliento.
“Aquarium”, la tercera pieza del disco que se extiende por más de diez minutos, es otro fresco irisado por diversos estilos, con breves reprises de “The Point of No Return” para generar cierta continuidad, esta vez, con un acento más cercano al prog metal melódico en sus primeros minutos.
“Eternal Rain” concentra en pocos minutos, varios pasajes de diferentes estilos, con un claro enfoque épico que también podemos hallar en “Drowning in the Flood”, aunque en esta última volvemos a estructuras más identificables con el metal, gracias al contundente sonido de las guitarras de Henshall y Griffiths, y el trabajo vocal de Jennings que, luego de algunos minutos, regresan a la creación de atmósferas sutiles en base a teclados y regalarnos un cierre muy melódico sin dejar de lado lo épico.
“Sun” nos lleva a los pasajes más acústicos y melódicos del álbum antes de regalarnos el tema de más larga duración del disco, “Celestial Elixir” que en sus casi 17 minutos, regresa a estructuras que lindan con el avant garde de Mr. Bungle y Sir Millard Mulch, intercaladas con pasajes progresivos clásicos, heavy metal, prog metal y pequeñas dosis de jazz en una estructura llena de detalles técnicos que nos brindan cada uno de sus músicos.
Los discos posteriores de Haken reforzarían los intereses de sus integrantes en composiciones de larga duración, las que al año siguiente se verían coronadas por “Visions” y el 2013 por “The Mountain” en donde ya hay una mezcla más equilibrada entre composiciones de 4 a 6 minutos y los épicos de más de 10.
A fines del año pasado, luego de la edición de “Virus”, Tejeida anunció su retiro de la banda. A comienzos del 2022, Haken anunció la llegada en su lugar de Pete Jones, a quien Tejeida reemplazó antes del lanzamiento del primer disco de la banda que irrumpió como una bocanada de aire fresco en los albores de este siglo, cuyo impacto en el género progresivo y el metal, los coloca a la altura de Riverside, Animals as Leaders, Sky Architect, Gojira, Tesseract, Mastodon y Anima Mundi, por solo mencionar algunas de la “nueva camada” que se me vienen de inmediato a la mente; un espectro de sólidas bandas que no solo se han alimentado de las influencias precedentes, sino que han construido sus carreras abriendo sus propios espacios y sonoridades que los colocan en este sitial y sin dudas, “Aquarius” de Haken es un excelente ejemplo de ello.
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Iván Ávila Pérez